Buscan desarrollar tecnología para el uso del litio en Jujuy

El parque industrial de Palpalá, ubicado a unos 13 Km. de San Salvador de Jujuy, parece una postal desvaída de tiempos más prósperos.
martes, 10 de enero de 2017 09:55
martes, 10 de enero de 2017 09:55

Esta ciudad, que actualmente tiene alrededor de 50.000 habitantes, albergó una economía floreciente en torno a lo que alguna vez fue Altos Hornos Zapla, donde se realizó la primera colada de arrabio [paso inicial para producir acero] argentino el 11 de octubre de 1945.

Después de haber sido el símbolo de una industria pujante, en 1989, con la privatización, se inició la decadencia. La sede fue abandonada y sus edificios fueron disolviéndose en el olvido.

Hoy, sin embargo, una joven química argentina está llevando nueva vida a las construcciones derruidas. Dirige la gestación de lo que será un centro de vanguardia regional en la tecnología del litio, que se halla en las salinas provinciales. Su nombre: Victoria Flexer.

Después de casi una década trabajando en laboratorios de excelencia de Europa y Australia, se radicó en Jujuy para coordinar el emprendimiento público-privado en el que participan la provincia y la Universidad de Jujuy, el Conicet e Y-TEC, el centro de desarrollo de YPF, investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y de las universidades nacionales de La Plata y de Córdoba.

En estos días, junto a una enorme columna de enfriamiento que todavía sobresale entre la naturaleza prolífica de las pre-Yungas, se reconstruyen las antiguas edificaciones y se levantan otras nuevas.

Tras finalizar su doctorado en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, decidió salir a ver cómo se investiga en otras partes del mundo.

Se fue con un contrato de un año a un centro de investigación de Burdeos, en el sudoeste de Francia, que terminó extendiéndose a tres años. De allí, a la Universidad de Queensland, en Brisbane, Australia, durante otros dos.

Y luego, con una beca María Curie de la Unión Europea, a la ciudad de Gante, a media hora de Bruselas, por dos más.

Formada en electroquímica, la rama de la ciencia que estudia los fenómenos químicos que provocan electricidad y los fenómenos eléctricos que dan lugar a transformaciones químicas (como las reacciones de intercambio de electrones sobre un electrodo, que son la base de las baterías), durante su periplo europeo y australiano comenzó a centrarse en la aplicación de ese conocimiento en biobaterías y bioceldas de combustible.

Para ese entonces, Ernesto Calvo, director del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (Inquimae, de la UBA y el Conicet), que además había sido su director de tesis, le comentó que se estaba armando un boom con el litio.

Fue entonces cuando tomó la decisión de volver. Pero no a Buenos Aires, sino a Jujuy. Había facilidades para científicos formados en el país que quisieran regresar y la sedujo la idea de instalarse en una ciudad más pequeña, y en un área donde todo estuviera por hacerse.

Pero, además de las bellezas naturales, fueron las riquezas ocultas las que la atrajeron hasta esta zona del país. Entre otras, que alrededor del 60 al 80% del litio del planeta se encuentra en yacimientos del triángulo delimitado por el noroeste de la Argentina, el norte de Chile y el sur de Bolivia.

El nuevo oro blanco

En su estado natural, el litio se encuentra en el agua de mar, en ciertas rocas y disuelto en salmueras, el 95% de las que corresponde a cloruro de sodio (sal de mesa).

Por ejemplo, las que se encuentran en las salinas, esas enormes llanuras blancas ubicadas en el relieve calcinado de la Puna, a miles de metros de altura. La forma más fácil y económica de extraerlo es por evaporación.

Hay alrededor de un gramo de litio por litro de salmuera, es decir, que para obtener una tonelada de litio hay que procesar cientos de miles de metros cúbicos de salmuera.

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