En su mayoría, estos comentarios dieron la razón a las
noticias publicadas, a partir de la sola observación de los niveles de
conocimiento de los niños.
Fueron los propios padres que en todos los lugares de
encuentro opinaban acerca de que es necesario y fundamental la capacitación de
los docentes, pero fundamentalmente el ejercicio de la vocación formadora, que
los motive a mejorar la ortografía, la redacción, a actualizar la metodología
de la enseñanza, a nutrirse de conocimientos básicos, etc.
Prueba de que la enseñanza en las escuelas es deficiente, es
la proliferación de los docentes que brindan clases particulares, y la gran
cantidad de niños, adolescentes y jóvenes que buscan apoyo escolar en ellos,
aduciendo que "no entienden nada”.
Los instructores particulares coinciden en afirmar que los
chicos llegan a ellos sin tener idea de nada, y a ellos les cabe la
responsabilidad -rentada, por cierto- de llenar los vacíos obtenidos en las
escuelas.
Este proceso se acentúa si se considera las permanentes medidas
de fuerza que paralizan la ya escasa actividad escolar. Todo un tema que debe
ser resuelto con la premura y la responsabilidad del caso porque no se trata de
una actividad cualquiera, que pueda ser ejercida por cualquiera, sino de, nada
menos, que de la formación de las nuevas generaciones, que no es poco.
En realidad, no se trata de una cuestión que deba resolver
el estado de manera unilateral, sino que las responsabilidades son compartidas,
ya que mucho depende de la actitud perfeccionista que deben ostentar las
personas que eligieron vivir de la docencia.