Se concretó la Misa Crismal

El Obispo exhortó a los presbíteros a que “redoblen los esfuerzos por dedicarse más de lleno a cuidar, guiar y sanar a nuestros niños y adolescentes, presente y futuro de nuestra sociedad civil y religiosa”.
miércoles, 16 de abril de 2014 14:25
miércoles, 16 de abril de 2014 14:25

Durante la noche del martes 15 de abril, la Iglesia de Catamarca vivió la Misa Crismal, en el transcurso de la cual se realizó la ceremonia de bendición del Santo Crisma y los óleos para la administración de los sacramentos. También se concretó la renovación de las promesas sacerdotales.

La Sagrada Eucaristía fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por todos los sacerdotes y diáconos de la diócesis local, en el altar mayor de la Catedral Basílica de Nuestra Señora del Valle.

Durante su homilía, Mons. Urbanc se dirigió especialmente a sus los sacerdotes, indicando que "nuevamente nos ha congregado el Señor para renovar nuestros corazones sacerdotales al calor de su infinito amor, del que nos ha constituido en primeros destinatarios y testigos en medio de los hombres que Él rescató con su Pasión, Muerte y Resurrección”.

 "En este día de la bendición de los óleos, cada uno de nosotros recordará agradecido que somos los ungidos por excelencia para ungir a los creyentes con el óleo de la alegría, la paz y el amor”, dijo.

También recordó las palabras del Santo Cura de Ars: "El sacerdote es un don del Corazón de Cristo” y remarcó que es "un don para la Iglesia y para el mundo. Del corazón del Hijo de Dios, rebosante de caridad, brotan todos los bienes de la Iglesia, y en modo particular tiene su origen la vocación de aquellos hombres que, conquistados por el Señor Jesús, dejan todo para dedicarse enteramente al servicio del pueblo cristiano, bajo el ejemplo del Buen Pastor. El sacerdote es ese creyente que está plasmado por la misma caridad de Cristo, que lo llevó a dar la vida por sus amigos y perdonar a sus enemigos”.

Redoblar los esfuerzos por cuidar a los más pequeños

Asimismo, los animó de un modo particular a que "redoblen los esfuerzos por dedicarse más de lleno a cuidar, guiar y sanar a nuestros niños y adolescentes, presente y futuro de nuestra sociedad civil y religiosa, en este año dedicado a ellos en el marco de la Misión Diocesana Permanente. Son muchas las acciones que se han llevado y se llevan a cabo, pero sigamos animando a todos los ancianos, adultos y jóvenes a entregar lo mejor de nosotros mismos con generosidad y creatividad, a fin de que nuestros niños y adolescentes experimenten la presencia amorosa de Dios Padre en sus vidas, y comprendan la razón de ser de su existencia y peregrinar por este mundo. Ellos necesitan recibir mucho y genuino amor de parte de nosotros, para que en un mañana no muy lejano puedan dar amor a sus contemporáneos y, sobre todo, a las nuevas generaciones de las que serán artífices y responsables”.

En consonancia con su mensaje de Domingo de Ramos, el Obispo llamó nuevamente a que "nos ocupemos de corazón a atender a tantas jóvenes embarazadas para que comprendan lo que está sucediendo en ellas y se aferren más a Dios para poder gestar responsable y amorosamente la vida que se les ha confiado. No olvidemos que toda obra termina como se la ha comenzado. Y la obra de las obras es la crianza y educación de un nuevo ser humano”.

Renovación de las promesas sacerdotales

Continuando con la celebración eucarística, los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales, respondiendo a una sola voz: "Si queremos”, a los pies de la Madre del Valle y ante la gran cantidad de fieles que colmó el templo catedralicio para participar de esta celebración, que es signo de la unión estrecha de los presbíteros con su Obispo.

Luego, los sacerdotes llevaron en procesión los óleos hasta el altar donde el Obispo los bendijo y seguidamente se preparó el Santo Crisma, que fue consagrado en compañía de todo el presbiterio.

La palabra crisma significa unción y representa al Espíritu Santo. Así se llama al aceite y bálsamo mezclados que el Obispo consagró en esta misa. Con esos óleos serán ungidos los nuevos bautizados y se signará a quienes reciben el sacramento de la Confirmación. También son ungidos los obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación.

En esta misa de gran importancia en la Semana Santa, Mons. Luis Urbanc puso en manos de la Madre del Valle a sus hermanos sacerdotes, pidiéndole: "Cubre con tu manto de pureza a nuestros sacerdotes, protégelos, guíalos y mantenlos unidos a tu corazón”.

Antes de impartir la bendición final, el Obispo hizo entrega de los óleos bendecidos a cada uno de los párrocos de las 28 parroquias y de la cuasi-parroquia, creada este año, pertenecientes a la Diócesis de Catamarca.    

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