El espíritu del gran maestro titiritero Quike Sánchez Vera
seguramente estuvo sobrevolando, feliz, la colmada sala Ezequiel Soria donde el
grupo misionero de Kruvikas primero y sus discípulos del Barco de Papel después
hicieron gala del oficio y le dedicaron sus funciones.
Oscar González y Luis Alberto López, herederos del arte de
manipular las marionetas de hilo, deslumbraron a un auditorio de grandes y
chicos dándole vida a los muñecos, personajes entrañables que robaron risa y
también algunas lágrimas.
Detrás de un biombo que hacía las veces de escenografía, los
marionetistas propusieron un desfile musical primero, con una banda de jazz,
una pareja de bailarines cariocas y una familia de ñandúes, entre otros
personajes, que cobraban vida por esa magia de tensar y soltar hilos que
Sánchez Vera supo manejar con tanta maestría.
Después llegó el turno de "El gran circo más pequeño del
mundo” donde un presentador – domador fue introduciendo a los payasos,
malabaristas, trapecistas y animales mientras se escuchaba la banda sonora y el
audio original grabados por Quike Sánchez Vera.
Aplausos y homenaje
Concluidas las funciones, se entregaron certificados a los
grupos titiriteros del país y Latinoamérica que participaron del festival y a
los ganadores de los concursos de dibujos y de dramaturgia, entre ellos a Ramón
Alejandro Morra por "Corazón de títere” y a Renzo Barros, de solo 14 años, por
"El mago distraído”.
Tras eso, se realizó el homenaje al titiritero catamarqueño,
fundador de El Barco de Papel.
Un video con fotos que recorrían su historia y luego el
testimonio de amigos, familiares y herederos de su arte sirvió para recordar al
versátil artista que además de dramaturgo y maestro titiritero fue poeta,
músico y artista gráfico.
Miguel Sagripanti recordó algunas de las aventuras vividas
cuando Quike aún vivía en Catamarca y juntos llevaban la magia de los títeres a
las escuelas catamarqueñas. Blanca Gaete también evocó sus enseñanzas y hasta
una amiga de su juventud, Rina Romero, lo recordó como un joven alegre, simple
y muy creativo.
También su sobrina, Esperanza Bazán y uno de sus discípulos,
Oscar González hablaron de ese hombre que, todos coincidieron, conservó hasta
el final su alma de niño, la que le permitió dar vida a tantas historias y a
tantos personajes que hoy siguen alegrando a grandes y chicos.
Esta edición del Festival de Títeres Don Quike se realizó
con organización de los grupos Cachalahueca, Chincho Poroto y