Crónicas de viajes

El Garden, mi casa en Cancún

A la par del abrumador crecimiento de la zona hotelera, con su multiplicación constante de cinco estrellas, los hostels fueron haciéndose un espacio y hoy son más de 60 en todo Cancún.
sábado, 18 de abril de 2015 09:50
sábado, 18 de abril de 2015 09:50

En una ciudad pensada como un gran centro de entretenimiento para anglosajones de diversa procedencia (y con cuentas abultadas), estos lugares pequeños y humildes son la opción elegida por quienes vienen aquí por su riqueza natural y antropológica antes que por sus clubes nocturnos y la inacabable variedad de comidas y bebidas que ofrece "la zona”, como la llama todo el mundo.

Una buena parte de los hostels se encuentra cerca de Las Palapas, una plaza con un escenario donde todos los domingos hay actuaciones de distintas agrupaciones locales, desde grupos de baile de niños hasta cantantes de relativo conocimiento nacional, y rodeada por numerosos puestos de comida. Este es un buen lugar para tener una idea de casi todas las variantes de la comida mexicana que se pueden conseguir aquí, y es una visita casi cotidiana para los que estamos a unas pocas cuadras, como es mi caso.

El lugar donde paso mis días, mi casa en Cancún, es el bed & breakfast Garden, una versión más tranquila de un hostel tradicional. Y hago la aclaración hogareña porque, realmente, estoy aquí hace bastante tiempo, el suficiente como para sentir que formo parte de su funcionamiento y no soy un pasajero más. Llegué a fines de enero, buscando un lugar donde trabajar por comida y hospedaje, y conseguí eso y mucho más desde el primer día. (Es curioso pensarlo hoy, pero de las personas que estaban aquí aquellos días de enero soy el único que sigue; quizás por eso me sienta tan cerca de mi salida.)

El Garden es un lugar increíble, un caserón antiguo situado en el corazón del centro, a menos de dos cuadras del Mercado 28, la gran feria de artesanías y comidas que ostenta esta ciudad. Su nombre lo describe muy bien: el jardín es el espacio principal de la casa, con sus plantas rodeando todo el patio, regado diariamente por cientos de hojas y flores. Además de cobijar a viajeros de todo el mundo, el lugar es el escenario de todo tipo de actividades del reino animal. Por las mañanas los pájaros pueden ser muy ruidosos. No sé si serán discusiones, diálogos, saludos mañaneros, pero los cantos de los pájaros suelen ser más efectivos que cualquier despertador.  A la siesta aparecen pequeñas lagartijas. En Catamarca las llamaríamos chelcos, pero son muy distintas a los nuestros. Tienen distintos tamaños y también colores –casi todos oscuros–, y las más grandes que hay en la casa sobrepasan por poco el tamaño de una mano adulta. Una siesta de lluvia descubrí que es la hora en que salen a tomar agua y buscar sol, pero sólo lo hacen si no hay gente en el patio o si esas personas están en silencio. Durante todo el día, pero sobre todo a la noche, rondan por los ladrillos del Garden no menos de tres gatos, entre ellos uno negro, grande, con señales de ataques en distintas partes de su cuerpo. Y a veces, muy tarde, una zarigüella silenciosa –muy comunes aquí– camina de punta a punta la casa, olfateando el piso en busca de –sospecho– algo de comida.

Lo más interesante del Garden, por supuesto, es su fauna humana. Aquí conocí a la mayoría de los amigos que hice en Cancún; tuve grandes charlas sobre cuestiones necesarias, que me hacía falta revisar; conocí historias interesantísimas y personajes tremendos. Martin, por ejemplo, un austríaco que lleva a cabo una tarea similar a la de Will Smith en la película "Hitch”, a través de su canal de YouTube: The Wolf of Seduction (https://www.youtube.com/channel/UCcIRqh2vJBA5ujn_Y9JaQ6A). O Stephan, quien también formó parte del staff del Garden, otro austríaco cuyos gestos y facciones parecen sacados de una película de Tarantino, pero con una bondad y una sabiduría espiritual tan dignas de admiración que pronto comencé a llamarlo "El gurú”. Compartí muchísimos momentos con el español Juanma, gran amigo y quien fue mi instructor de buceo; y también con Iván, mi compañero de Cancún, fotógrafo submarino a quien estoy tratando de sumar en mis próximos destinos mexicanos. Por supuesto, las personas son más y hasta se podría improvisar un libro con descripciones suyas a partir de los diálogos infinitos que transcurren en cualquier rincón de la casa.

Hablar del hostel Garden es hablar sobre Cancún, porque gracias a este espacio maravilloso que encontré y en el que hoy puedo pasar mis días, logré asentarme y conocer más en profundidad a una ciudad rica y sorprendente. Por eso hablar del hostel Garden es un agradecimiento, a todos sus protagonistas y a su creadora, Abigail Gutiérrez.

Hablar del Garden es hablar un poco más sobre Cancún. Por eso quiero contarles algo más en la próxima.

Crónica viajera de Juan Francisco Uriarte Buteler

 

Descripción de las fotos

1)Junto a Aby, Juanma y Mayte, en los primeros días de enero.

2)Una de las bandas históricas. Compuesta (de izq. a der.) por Steve (EUA), yo, Stephan (Austria), Kim (Nueva Zelanda), Lee (Inglaterra), Joe (Canadá) y la mexicanaza Ingrid.

3)Burritos, quesadillas, enchiladas, jugos naturales y postres como las marquesitas, son las tentaciones que se pueden conseguir en Las Palapas.

4)Los carritos de juguete suelen generar verdaderos caos de tránsito los domingos por la tarde, frente al escenario del lugar.