Multitudinario y colorido homenaje de los niños a la Virgen en el Paseo de la Fe

El martes 6 de diciembre, los niños rindieron un colorido y alegre homenaje a la Virgen del Valle en el penúltimo día de la novena. Ante una gran cantidad de niños acompañados de sus familias, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa de las 21.00, concelebrada por el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, el responsable de la Pastoral de la Niñez, Pbro. Santiago Granillo, y sacerdotes llegados de otras provincias para participar de las festividades marianas.
miércoles, 7 de diciembre de 2016 13:53
miércoles, 7 de diciembre de 2016 13:53

El altar fue preparado en el escenario frente al atrio de la Catedral Basílica, donde tuvo su sitial de honor la imagen de la Virgen del Valle para ser homenajeada por niños de todas las edades junto a sus familias, y los miembros del equipo de la Pastoral de la Niñez. 

Los más pequeños fueron los protagonistas de la celebración, leyendo el guión, una lectura y escuchando atentamente la homilía al lado del Obispo. Los adultos por su parte, realizaron un emotivo gesto en el momento del acto penitencial, soltando globos blancos en representación de los niños que no pudieron nacer.

En el momento de la homilía el Obispo se sentó delante del altar y pidió a los niños que se acerquen y se sienten en el escenario para poder escuchar la reflexión de la Palabra de Dios. El Pastor de la Iglesia de Catamarca expresó con alegría: "Bienvenidos queridos niños, que la Madre del Cielo los siga cobijando entre sus tiernas manecitas y los acune en su corazón”.

Luego se refirió a la memoria del obispo San Nicolás de Bari, a quien la Iglesia recuerda el 6 de diciembre, "un santo muy cercano a los niños, protector y defensor de los mismos”, manifestó, agregando que "a él vamos a confiar a todos los niños que participan de esta celebración para que los ayude a caminar siempre en dirección a Jesús y a María”.

En otro momento de su predicación, Mons. Urbanc se dirigió especialmente a los padres presentes, diciéndoles: "Amados hermanos, cuántos miles de niños son como la oveja perdida del Evangelio, valiosísimos a los ojos de Dios, y que tenemos que ir a buscar, a sanar, a cargar sobre los hombros y regresarlos al rebaño”. Y con énfasis agregó: "¡Cuánto necesitan los niños del mejor tiempo de los adultos, del tiempo más lleno de amor! ¡Cuánto necesitan saber los adultos que en el cielo hay más alegría por el tiempo dedicado a un niño que al trabajo, a la economía, a la profesión, o, como suelen decir, a las cosas de grandes!”. Asimismo, destacó que "el ejemplo de los padres es el libro del cual el niño aprende. El buen ejemplo de los padres es la mejor catequesis y el verdadero espejo del que el niño aprende”.

También resaltó que "es de suma importancia que los papás y todos sepamos que la mejor escuela de vida para los niños es el juego. Jugando deben aprender a vivir y a convivir. A los niños hay que educarlos en el compartir y no como suelen hacerlo en el competir”.

Para finalizar, animó a los presentes a que "teniendo a nuestra Madre Inmaculada ante nosotros le pidamos, reconocerla como "Tesoro de Dios y la Tesorera de todas las misericordias que Dios nos quiere dispensar”, repitió junto a las familias presentes.

Luego de las oraciones de los fieles, en las que se rogó por todos los niños de la diócesis, presentaron las ofrendas niños y miembros de la Pastoral de la Niñez.

Luego de la Comunión, el Pbro. Santiago Granillo hizo entrega a Mons. Urbanc de una carpeta con un resumen del trabajo realizado por la Pastoral de la Niñez en los tres primeros años de su creación.

A continuación, invitó a las madres que participaron en los Encuentros de Embarazadas, y que recibieron la bendición con el manto de la Virgen del Valle en sus vientres durante este año, a que consagren sus bebés frente a la bendita Imagen.

Luego de la bendición final, el Obispo retornó la Imagen de la Madre del Valle a su Santuario y se realizó un colorido homenaje en el Paseo de la Fe. 

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos devotos y peregrinos:

En este octavo día de la novena, en el que se nos propuso meditar como el Buen Padre Dios sale al encuentro del hombre para salvarlo, lo cual se torna paradigma de una Iglesia en salida, rinden su homenaje a la Madrecita del Valle nuestros niños, acompañados por la Pastoral de la Niñez. Bienvenidos queridos niños, que la Madre del Cielo los siga cobijando entre sus tiernas manecitas y los acune en su corazón.

En este día la Iglesia honra la memoria del obispo san Nicolás de Bari, un santo muy cercano a los niños, protector y defensor de los mismos. A él vamos a confiar a todos los niños que participan de esta celebración para que los ayude a caminar siempre en dirección a Jesús y a María. Que sepan reconocer en el Niño pobre de Belén al Hijo de Dios, hecho hombre y Redentor del mundo. Queridos niños, los invito a conocer a este gran santo y a tenerle mucho cariño porque los acompañará de un modo especial en los momentos de peligro, dolor y sufrimiento.

¡Cómo no hacer nuestro el clamor del profeta Isaías 40,1: "Consuelen, consuelen a mi pueblo”… "Consuelen, consuelen a mis niños” que hoy padecen como nunca la ausencia de sus padres. Están huérfanos, pero con padres vivos. La sociedad de consumo los va devorando y no tienen quienes los defiendan y eduquen en la solidaridad, la austeridad, el pudor, la generosidad, la responsabilidad, el sacrificio, el cumplimiento de sus deberes, la disponibilidad y la gratitud. "Háblenle al corazón de la sociedad, al corazón de los padres, al corazón de los educadores, al corazón de los pastores que les apronten el corazón para que el Señor pueda entrar en sus vidas, para que el aliento del Señor renueve sus mentes y corazones… Sí, alcen la voz, heraldos del Señor, álcenla sin temor y digan a la sociedad catamarqueña: «Aquí está su Dios. Miren, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Miren, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres» (Is 40,9-11).

Amados hermanos, cuántos miles de niños son esa oveja perdida (cf. Mt 18,12-14), valiosísimos a los ojos de Dios, y que tenemos que ir a buscar, a sanar, a cargar sobre los hombros y regresarlos al rebaño. A cuántos adultos les está faltando tener olor a oveja, puesto que no se involucran en la vida, en los sueños, en los tiempos, en los juegos de los niños. ¡Cuánto necesitan los niños del mejor tiempo de los adultos, del tiempo más lleno de amor! ¡Cuánto necesitan saber los adultos que en el cielo hay más alegría por el tiempo dedicado a un niño que al trabajo, a la economía, a la profesión, o, como suelen decir, a las cosas de grandes! ¡Qué bueno sería que los adultos supiéramos el valor que tiene cada lágrima de un niño, puesto que "las lágrimas no piden perdón, sino que lo merecen”! (san Ambrosio).

A muchos les parecerá imposible en nuestros tiempos dedicarse a los niños como ellos lo necesitan y que quizás saben que hay que hacerlo, pues siempre encuentran escusas para no hacerlo, por eso les recuerdo lo que enseñaba san Agustín: "Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas”. También que "reces como si todo dependiera de Dios y que trabajes como si todo dependiera de ti”. Y, para todos, es de suma importancia saber que "la medida del amor es amar sin medida”.

El ejemplo de los padres es el libro del cual el niño aprende. El buen ejemplo de los padres es la mejor catequesis y el verdadero espejo del que el niño aprende. Por eso les comparto algo que suelo enseñar y que también lo confirma el Papa Francisco: "El consumismo nos llevó a esa ansiedad de perder la sana cultura del ocio, leer, disfrutar del arte. Ahora confieso poco, pero en Buenos Aires confesaba mucho y cuando venía una mamá joven le preguntaba: ‘¿Cuántos hijos tienes? ¿Juegas con tus hijos?’Era una pregunta que no se esperaba, pero yo le decía que jugar con los chicos es clave, es una cultura sana. Es difícil, los padres se van a trabajar temprano y vuelven a veces cuando sus hijos duermen, es difícil, pero hay que hacerlo”. Es de suma importancia que los papás y todos sepamos que la mejor escuela de vida para los niños es el juego. Jugando deben aprender a vivir y a convivir. A los niños hay que educarlos en el compartiry no como suelen hacerlo en el competir. Quien aprendió con el juego a compartir, está preparado para insertarse en la sociedad para construir relaciones vivas, amistosas y fraternas. Sabrá esperar que las personas y situaciones maduren. Sabrá disfrutar viendo el crecimiento y dominará la ansiedad por disfrutar resultados a corto plazo.

Pues, teniendo a nuestra Madre Inmaculada ante nosotros le pidamos, como decía san Alfonso M. de Ligorio, reconocerla como "Tesoro de Dios y la Tesorera de todas las misericordias que Dios nos quiere dispensar”.

¡¡¡Nuestra Madre del Valle, ruega por nosotros!!!

 

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