El altar fue preparado en el escenario frente al atrio de la
Catedral Basílica, donde tuvo su sitial de honor la imagen de la Virgen del
Valle para ser homenajeada por niños de todas las edades junto a sus familias,
y los miembros del equipo de la Pastoral de la Niñez.
Los más pequeños fueron los protagonistas de la celebración,
leyendo el guión, una lectura y escuchando atentamente la homilía al lado del
Obispo. Los adultos por su parte, realizaron un emotivo gesto en el momento del
acto penitencial, soltando globos blancos en representación de los niños que no
pudieron nacer.
En el momento de la homilía el Obispo se sentó delante del
altar y pidió a los niños que se acerquen y se sienten en el escenario para
poder escuchar la reflexión de la Palabra de Dios. El Pastor de la Iglesia de
Catamarca expresó con alegría: "Bienvenidos queridos niños, que la Madre del
Cielo los siga cobijando entre sus tiernas manecitas y los acune en su
corazón”.
Luego se refirió a la memoria del obispo San Nicolás de
Bari, a quien la Iglesia recuerda el 6 de diciembre, "un santo muy cercano a
los niños, protector y defensor de los mismos”, manifestó, agregando que "a él
vamos a confiar a todos los niños que participan de esta celebración para que
los ayude a caminar siempre en dirección a Jesús y a María”.
En otro momento de su predicación, Mons. Urbanc se dirigió
especialmente a los padres presentes, diciéndoles: "Amados hermanos, cuántos
miles de niños son como la oveja perdida del Evangelio, valiosísimos a los ojos
de Dios, y que tenemos que ir a buscar, a sanar, a cargar sobre los hombros y
regresarlos al rebaño”. Y con énfasis agregó: "¡Cuánto necesitan los niños del
mejor tiempo de los adultos, del tiempo más lleno de amor! ¡Cuánto necesitan
saber los adultos que en el cielo hay más alegría por el tiempo dedicado a un
niño que al trabajo, a la economía, a la profesión, o, como suelen decir, a las
cosas de grandes!”. Asimismo, destacó que "el ejemplo de los padres es el libro del cual el niño aprende. El buen
ejemplo de los padres es la mejor catequesis y el verdadero espejo del que el
niño aprende”.
También resaltó que "es de suma importancia que los papás y
todos sepamos que la mejor escuela de vida para los niños es el juego. Jugando
deben aprender a vivir y a convivir. A los niños hay que educarlos en el
compartir y no como suelen hacerlo en el competir”.
Para finalizar, animó a los presentes a que "teniendo a
nuestra Madre Inmaculada ante nosotros le pidamos, reconocerla como "Tesoro de
Dios y la Tesorera de todas las misericordias que Dios nos quiere dispensar”,
repitió junto a las familias presentes.
Luego de las oraciones de los fieles, en las que se rogó por
todos los niños de la diócesis, presentaron las ofrendas niños y miembros de la
Pastoral de la Niñez.
Luego de la Comunión, el Pbro. Santiago Granillo hizo
entrega a Mons. Urbanc de una carpeta con un resumen del trabajo realizado por
la Pastoral de la Niñez en los tres primeros años de su creación.
A continuación, invitó a las madres que participaron en los
Encuentros de Embarazadas, y que recibieron la bendición con el manto de la
Virgen del Valle en sus vientres durante este año, a que consagren sus bebés
frente a la bendita Imagen.
Luego de la bendición final, el Obispo retornó la Imagen de
la Madre del Valle a su Santuario y se realizó un colorido homenaje en el Paseo
de la Fe.
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
En este octavo día de la novena, en el que se nos propuso
meditar como el Buen Padre Dios sale al encuentro del hombre para salvarlo, lo
cual se torna paradigma de una Iglesia en salida, rinden su homenaje a la
Madrecita del Valle nuestros niños, acompañados por la Pastoral de la Niñez.
Bienvenidos queridos niños, que la Madre del Cielo los siga cobijando entre sus
tiernas manecitas y los acune en su corazón.
En este día la Iglesia honra la memoria del obispo san
Nicolás de Bari, un santo muy cercano a los niños, protector y defensor de los
mismos. A él vamos a confiar a todos los niños que participan de esta
celebración para que los ayude a caminar siempre en dirección a Jesús y a
María. Que sepan reconocer en el Niño pobre de Belén al Hijo de Dios, hecho
hombre y Redentor del mundo. Queridos niños, los invito a conocer a este gran
santo y a tenerle mucho cariño porque los acompañará de un modo especial en los
momentos de peligro, dolor y sufrimiento.
¡Cómo no hacer nuestro el clamor del profeta Isaías 40,1:
"Consuelen, consuelen a mi pueblo”… "Consuelen, consuelen a mis niños” que hoy
padecen como nunca la ausencia de sus padres. Están huérfanos, pero con padres
vivos. La sociedad de consumo los va devorando y no tienen quienes los
defiendan y eduquen en la solidaridad, la austeridad, el pudor, la generosidad,
la responsabilidad, el sacrificio, el cumplimiento de sus deberes, la
disponibilidad y la gratitud. "Háblenle al corazón de la sociedad, al corazón
de los padres, al corazón de los educadores, al corazón de los pastores que les
apronten el corazón para que el Señor pueda entrar en sus vidas, para que el
aliento del Señor renueve sus mentes y corazones… Sí, alcen la voz, heraldos
del Señor, álcenla sin temor y digan a la sociedad catamarqueña: «Aquí está su
Dios. Miren, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Miren, viene con
él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el
rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las
madres» (Is 40,9-11).
Amados hermanos, cuántos miles de niños son esa oveja
perdida (cf. Mt 18,12-14), valiosísimos a los ojos de Dios, y que tenemos que
ir a buscar, a sanar, a cargar sobre los hombros y regresarlos al rebaño. A
cuántos adultos les está faltando tener olor a oveja, puesto que no se
involucran en la vida, en los sueños, en los tiempos, en los juegos de los
niños. ¡Cuánto necesitan los niños del mejor tiempo de los adultos, del tiempo
más lleno de amor! ¡Cuánto necesitan saber los adultos que en el cielo hay más
alegría por el tiempo dedicado a un niño que al trabajo, a la economía, a la
profesión, o, como suelen decir, a las cosas de grandes! ¡Qué bueno sería que
los adultos supiéramos el valor que tiene cada lágrima de un niño, puesto que
"las lágrimas no piden perdón, sino que lo merecen”! (san Ambrosio).
A muchos les parecerá imposible en nuestros tiempos
dedicarse a los niños como ellos lo necesitan y que quizás saben que hay que
hacerlo, pues siempre encuentran escusas para no hacerlo, por eso les recuerdo
lo que enseñaba san Agustín: "Dios no manda cosas imposibles, sino que, al
mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas
y te ayuda para que puedas”. También que "reces como si todo dependiera de Dios
y que trabajes como si todo dependiera de ti”. Y, para todos, es de suma
importancia saber que "la medida del amor es amar sin medida”.
El ejemplo de los padres es el libro del cual el niño
aprende. El buen ejemplo de los padres es la mejor catequesis y el verdadero
espejo del que el niño aprende. Por eso les comparto algo que suelo enseñar y
que también lo confirma el Papa Francisco: "El consumismo nos llevó a esa
ansiedad de perder la sana cultura del ocio, leer, disfrutar del arte. Ahora
confieso poco, pero en Buenos Aires confesaba mucho y cuando venía una mamá
joven le preguntaba: ‘¿Cuántos hijos tienes? ¿Juegas con tus hijos?’Era una
pregunta que no se esperaba, pero yo le decía que jugar con los chicos es
clave, es una cultura sana. Es difícil, los padres se van a trabajar temprano y
vuelven a veces cuando sus hijos duermen, es difícil, pero hay que hacerlo”. Es
de suma importancia que los papás y todos sepamos que la mejor escuela de vida
para los niños es el juego. Jugando deben aprender a vivir y a convivir. A los
niños hay que educarlos en el compartiry no como suelen hacerlo en el competir.
Quien aprendió con el juego a compartir, está preparado para insertarse en la
sociedad para construir relaciones vivas, amistosas y fraternas. Sabrá esperar
que las personas y situaciones maduren. Sabrá disfrutar viendo el crecimiento y
dominará la ansiedad por disfrutar resultados a corto plazo.
Pues, teniendo a nuestra Madre Inmaculada ante nosotros le
pidamos, como decía san Alfonso M. de Ligorio, reconocerla como "Tesoro de Dios
y la Tesorera de todas las misericordias que Dios nos quiere dispensar”.
¡¡¡Nuestra Madre del Valle, ruega por nosotros!!!