"Estoy cansado de changuear, de vivir el día a día, de la
angustia permanente y diaria de no saber si voy a juntar plata para que los
chicos y la mujer coman”, manifestó.
El angustioso pedido fue pronunciado por este joven padre,
hoy desocupado, uno de los miles de andalgalenses que esperan ansiosos e
impotentes, la pronta apertura de alguno de los yacimientos mineros que estarían
a punto de abrirse, al menos en el pensamiento y la voz colectivos de la
"comunidad de los desocupados sin pan ni techo”, como ellos mismos se
autodenominan.
Para que en esta ciudad de Andalgalá, hace ya varios años
que se espera la pronta reactivación del proyecto Agua Rica con todo lo que
ello implica en términos de trabajo, crecimiento y desarrollo para la región, y
son miles los que esperan ese inicio de
la actividad minera, a la que esta gente –y mucha más- considera la única
manera de lograr el despegue de tanta gente desocupada.
Flores aseguró no entender nada de las cuestiones políticas
y mucho menos de las cuestiones burocráticas, y en ese sentido, luego de
acordarse no muy amablemente de las madres de los legisladores, pidió a las autoridades
que hagan lo posible para que las cosas se acomoden y él y todos los demás,
puedan conseguir trabajo digno, duradero y en blanco.
Manifestaciones como ésta se suceden a diario en la
Andalgalá que no conocen, ni la gobernadora, ni el senador Espinosa, ni los
diputados, y que algunos medios de prensa ignoran en su perjuicio, sin embargo,
Flores fue muy claro y convincente para mostrarnos la penosa realidad de
tantísima gente.
El mismo criterio se está aplicando con la obra de
pavimentación de la ruta 46 hasta Belén, en la que muchos desocupados habían
puesto esperanza y expectativa, las que se vieron frustradas por "sucios
arreglos políticos”, y violando el acuerdo de que la mano de obra sería
andalgalense.