Los jóvenes homenajearon a la Virgen rogando por la paz

El Obispo Luis Urbanc pidió la intercesión de la Madre Morena para que sean “apóstoles humildes y valientes del tercer milenio y heraldos generosos del Evangelio”.
sábado, 29 de abril de 2017 12:39
sábado, 29 de abril de 2017 12:39
En la penúltima noche del Septenario, cuando la ciudad se comienza a preparar para la tradicional Procesión con la Sagrada Imagen, los jóvenes homenajearon a la Reina del Valle.
 
Convocados por el Equipo de Pastoral Juvenil Diocesana, adolescentes y jóvenes de movimientos e instituciones y parroquias se dieron cita a las 19.00 en el Paseo de la Fe, para compartir juegos y actividades. Invitaron a los chicos que se encontraban reunidos en la plaza 25 de Mayo a bailar y cantar, anunciando la preparación para celebrar los 400 años del hallazgo de la Imagen bendita en Choya; y a participar de la Santa Misa, anotando las intenciones para poner a los pies de María.
 
A las 21.00 dio inicio la Eucaristía, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por el responsable de la Pastoral de Juventud, Pbro. Diego Manzaraz, y sacerdotes peregrinos que llegaron desde diócesis vecinas a honrar a la Madre del Valle.
 
Ingresaron al Santuario Mariano, junto con los celebrantes, vestidos de blanco como signo de la paz que buscan para sus corazones, su familia y el mundo entero.
 
Como gesto, ofrecieron un Rosario misionero compuesto por globos que tenían adosadas las intenciones que anotaron en el paseo público.
 
Participaron de la liturgia con alegría y respeto y escucharon la homilía a los pies del Obispo y cantaron con emoción guiados por el coro de jóvenes de los franciscanos.
 
En su homilía, Mons. Urbanc se dirigió a los jóvenes, manifestándoles que "Jesucristo les muestra el camino y la meta de la verdadera felicidad. No sólo a ustedes; también a sus compañeros y amigos alejados de la práctica religiosa e, incluso, de la fe o desconocedores de la misma. Jesús los busca para encarnarse en sus corazones de jóvenes”.
 
Afirmó que "el problema serio en nuestra sociedad es el divorcio entre fe y vida. Justificamos nuestro proceder diciendo que las circunstancias han cambiado. Es cierto que las circunstancias han cambiado, pero también han cambiado las posibilidades y las modalidades para cumplir con estas obras de amor y de justicia social por las cuales podemos y debemos ser luz del mundo y sal de la tierra ante las continuas emergencias que se presentan”.  
 
Y agregó que "todos podemos hacer llegar nuestra ayuda a nuestros hermanos en desgracia, por lejanos que se encuentren, ante los males que se han arraigado en nuestra sociedad como la violencia, el robo, la falta de oportunidades para trabajar y las ganas de trabajar, la corrupción, la mentira, el odio, la envidia, el egoísmo, la vagancia y las adicciones. Ante la injusticia y atropellos que sufren los más débiles como son los no nacidos, los niños y los ancianos, las oportunidades de participar van creciendo, no sólo denunciando, sino comprometiendo la propia vida en acciones y actitudes que cuiden y dignifique toda vida humana”.
 
Luego les dijo: "Queridos jóvenes, el mundo consumista en el que viven, no los foguea para el sacrificio, el dolor y las contrariedades, todo lo contrario. Por eso, es muy importante que le pidan al Señor que les ayude a vivir con realismo la vida terrena, que es como un campo de batalla que exige abnegación, disciplina, confianza absoluta en Dios, oración y perseverancia en el buen obrar, si es que quieren participar en el triunfo de Cristo”.
 
En el tramo final de su predicación pidió a la Virgen, en las vísperas de su fiesta, "por los jóvenes aquí presentes y por tantos que no vinieron a honrarte, pero que están llenos de sueños y esperanzas. Ellos son los centinelas del mañana, el pueblo de las Bienaventuranzas: son la esperanza viva de la Iglesia y del mundo. Santa María, Madre de los jóvenes, intercede para que sean testigos de Cristo Resucitado, apóstoles humildes y valientes del tercer milenio y heraldos generosos del Evangelio”.
 
TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA
Queridos devotos y peregrinos:
                                                         En este sexto día del septenario se nos propuso meditar sobre la dimensión social de la formación de los discípulos-misioneros y rinden su homenaje a la Virgen del Valle los Jóvenes. Les demos nuestra cordial bienvenida con un fuerte aplauso… ¡Viva la Virgen del Valle!  ¡Vivan los jóvenes!
            Queridos jóvenes, ¡vivan esta celebración eucarísticaagradeciendo al Señor que los llama a ser discípulos-misioneros, o sea, sus testigos! ¡No lo duden! Jesucristo les muestra el camino y la meta de la verdadera felicidad. No sólo a ustedes; también a sus compañeros y amigos alejados de la práctica religiosa e, incluso, de la fe o desconocedores de la misma. Jesús los busca para encarnarse en sus corazones de jóvenes. Participen en estasanta Liturgia, conscientes de que es la gran Plegaria de la Iglesia, en la que ofrece el Sacrificio de Jesucristo Crucificado y Resucitado al Padre por la salvación de todos los hombres; y, en la Comunión eucarística de su Cuerpo y de su Sangre, no rehúyan que los haga enteramente suyos. Tengan presente que hoy, y cada día, la Virgen, Madre de los jóvenes, les va a preguntar si aceptan el formidable y hermoso reto de evangelizar a sus coetáneos. Respóndanle que sí. ¡"No tengan miedo de ser santos”! ¡"permitan que Cristo reine en sus corazones”! Respondan que sí, con ilusión y apertura generosa, a los grandes ideales de la vida. Hoy, más que nunca, se evangeliza con las obras y las palabras. Sean generosos y respondan como la ‘Humilde Joven de Nazaret’ ofreciendo el sí gozoso de sus vidas.
            El problema serio en nuestra sociedad es el divorcio entre fe y vida. Justificamos nuestro proceder diciendo que las circunstancias han cambiado. Es cierto que las circunstancias han cambiado, pero también han cambiado las posibilidades y las modalidades para cumplir con estas obras de amor y de justicia social por las cuales podemos y debemos ser luz del mundo y sal de la tierra ante las continuas emergencias que se presentan. Todos podemos hacer llegar nuestra ayuda a nuestros hermanos en desgracia, por lejanos que se encuentren, ante los males que se han arraigado en nuestra sociedad como la violencia, el robo, la falta de oportunidades para trabajar y las ganas de trabajar, la corrupción, la mentira, el odio, la envidia, el egoísmo, la vagancia y las adicciones. Ante la injusticia y atropellos que sufren los más débiles como son los no nacidos, los niños y los ancianos, las oportunidades de participar van creciendo, no sólo denunciando, sino comprometiendo la propia vida en acciones y actitudes que cuiden y dignifique toda vida humana.
            En la primera lectura se nos dio un ejemplo de coherencia total en la vivencia de la fe. A pesar del sabio consejo del rabino Gamaliel: "no se metan con esos hombres; ¡suéltenlos! Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se disolverá; pero, si es cosa de Dios, no lograrán destruirlos, y se expondrían a luchar contra Dios” (Hch, 5,38-39), igualmente los apóstoles tuvieron que padecer una tremenda paliza: "le dieron la razón y, habiendo llamado a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellossalieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre de Jesús. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando la buena noticia acerca del Mesías Jesús” (Hch 5,40-42).
            Queridos jóvenes, el mundo consumista en el que viven, no los foguea para el sacrificio, el dolor y las contrariedades, todo lo contrario. Por eso, es muy importante que le pidan al Señor que les ayude a vivir con realismo la vida terrena, que es como un campo de batalla que exige abnegación, disciplina, confianza absoluta en Dios, oración y perseverancia en el buen obrar, si es que quieren participar en el triunfo de Cristo.
            El relato de la multiplicación de los panes aparece en todos los evangelios, evoca la experiencia del maná en el desierto y la celebración de la Eucaristía en las primeras comunidades cristianas. De hecho, Juan más adelante (Jn 6,22-40) desarrolla el discurso del pan de vida y profundiza en el significado que tiene la multiplicación del pan.
Como es propio del cuarto Evangelio la escena está cargada de muchos elementos que no tienen desperdicio teológico. Jesús no es indiferente ante la necesidad de la gente, se da cuenta de lo que necesitan, y busca la forma de dar respuesta a esas necesidades. Por eso, le dice a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?» (Jn 6,5b). Andrés sale al paso de la dificultad porque ha encontrado a un joven "que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?” (Jn 6,9). En ese momento, al compartir con Jesús lo que tenemos, se produce el milagro. Y sobraron doce canastos llenos.
Según el Programa Mundial de Alimentos unas 795 millones de personas pasan hambre en el mundo. Nunca como hoy la humanidad ha producido tantos alimentos, sin embargo, cada año mueren millones de personas a causa de una alimentación deficiente. En las ciudades del primer mundo se tiran a diario toneladas de comida. Se prefiere arrojar al mar muchísimos productos para mantener los precios en el mercado internacional. Con lo que se gasta en armamentos se podría asegurar la alimentación, salud y educación de la humanidad.
En un contexto así, resuena con fuerza la invitación de Jesús: «Denles ustedes de comer» (Lc 9,13). Examinemos nuestra vida a la luz de la experiencia pascual cómo anda nuestra disposición para compartir, lo que somos y lo que tenemos, con quienes más lo necesitan. Pensemos en bienes materiales, culturales, religiosos y espirituales.
Al cuidado maternal de la Virgen María, Nuestra Madre del Valle, nos confiamos en este primer año del trienio de preparación al jubileo del año 2020. Jamás perdamos de vista que María ha velado siempre por la firmeza de la fe, por la certeza de la esperanza y por el ardor de la caridad de todos sus hijos e hijas de este suelo catamarqueño.
Por eso, "Madre amada, te pido, en las vísperas de tu fiesta, por los jóvenesaquí presentes y por tantos que no vinieron a honrarte, pero que están llenos de sueños y esperanzas.Ellos son los centinelas del mañana,el pueblo de las Bienaventuranzas:son la esperanza viva de la Iglesia y del mundo.Santa María, Madre de los jóvenes,intercede para que sean testigos de Cristo Resucitado, apóstoles humildes y valientes del tercer milenio yheraldos generosos del Evangelio.Santa María, Pura y Limpia Concepción,reza con nosotros y por nosotros”. Amén.
¡¡¡Nuestra Señora del Valle, ruega por nosotros!!!E
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