De la humillación y expulsión partidaria, a la amistad

Andalgalá © A nadie escapa ya que el actual intendente de Andalgalá, Alejandro Páez, fue humillado y ninguneado alevosamente por el radicalismo provincial, por expresas órdenes de Oscar Castillo y Brizuela del Moral.
lunes, 12 de octubre de 2015 11:39
lunes, 12 de octubre de 2015 11:39

En ese momento, atropellado por las circunstancias, tuvo que presentarse como candidato del MST-Proyecto Sur para ganar coyunturalmente la elección que lo erigió como intendente de Andalgalá.

Nadie desconoce que hasta el viernes, Páez fue el principal detractor, sobre todo de Oscar Castillo, pidiendo la democratización del partido, la eliminación de los acuerdos de cúpulas y defensor de la participación de la dirigencia del interior, decisiones que se tomaron históricamente en la casa de Castillo o de Brizuela del Moral, personajes abominados por la amplia mayoría de la dirigencia del centenario partido.

A nadie escapa tampoco que este intendente se considera "la estrella” de la campaña y que se siente en condiciones de ejercer conducción provincial sobrepasando a las roscas y artimañas históricas, aunque seguramente no se da cuenta de que no lo buscan por idóneo y carismático, sino porque su único valor agregado, es la plata de regalías que pertenece al pueblo de Andalgalá y que él dilapida como se le da la gana, con la implícita complicidad de Mardonio Díaz Martínez del Tribunal de Cuentas que nunca viene a auditar, controlar y seguramente sancionar a esta fraudulenta administración.

Sin embargo, luego de la diatriba y en un acto de estulticia supina, recibió a su archienemigo y se presentó junto a él en el acto de inauguración del parador que ampulosamente llaman "la nueva terminal”.

Por su parte, Oscar Castillo, luego de alabar a Páez y sus millones ajenos, se presentó ante varias personas que participaban del acto, como si fuera totalmente inocente, como si alguna vez habría hecho algo por Andalgalá, como si no se hubiera sustraído varios millones antes de la sanción de la Ley de Reparto Secundario de regalías mineras.

Y ahí estuvieron los dos, mejor, los tres con Cativa presente también, como si nada, en una cabal muestra de caradurez y desvergüenza, y sin importarles que los pobres becados obligados a concurrir, se estuvieran mojando bajo la pertinaz llovizna.