En ese momento, atropellado por las circunstancias, tuvo que
presentarse como candidato del MST-Proyecto Sur para ganar coyunturalmente la
elección que lo erigió como intendente de Andalgalá.
Nadie desconoce que hasta el viernes, Páez fue el principal
detractor, sobre todo de Oscar Castillo, pidiendo la democratización del partido,
la eliminación de los acuerdos de cúpulas y defensor de la participación de la
dirigencia del interior, decisiones que se tomaron históricamente en la casa de
Castillo o de Brizuela del Moral, personajes abominados por la amplia mayoría
de la dirigencia del centenario partido.
A nadie escapa tampoco que este intendente se considera "la
estrella” de la campaña y que se siente en condiciones de ejercer conducción
provincial sobrepasando a las roscas y artimañas históricas, aunque seguramente
no se da cuenta de que no lo buscan por idóneo y carismático, sino porque su
único valor agregado, es la plata de regalías que pertenece al pueblo de
Andalgalá y que él dilapida como se le da la gana, con la implícita complicidad
de Mardonio Díaz Martínez del Tribunal de Cuentas que nunca viene a auditar,
controlar y seguramente sancionar a esta fraudulenta administración.
Sin embargo, luego de la diatriba y en un acto de estulticia
supina, recibió a su archienemigo y se presentó junto a él en el acto de
inauguración del parador que ampulosamente llaman "la nueva terminal”.
Por su parte, Oscar Castillo, luego de alabar a Páez y sus
millones ajenos, se presentó ante varias personas que participaban del acto,
como si fuera totalmente inocente, como si alguna vez habría hecho algo por Andalgalá,
como si no se hubiera sustraído varios millones antes de la sanción de
Y ahí estuvieron los dos, mejor, los tres con Cativa
presente también, como si nada, en una cabal muestra de caradurez y desvergüenza,
y sin importarles que los pobres becados obligados a concurrir, se estuvieran
mojando bajo la pertinaz llovizna.