Se conoció en la ciudad de Andalgalá, que algunos
funcionarios y técnicos de la empresa adjudicataria de la obra, habrían
manifestado sus intenciones de no alojarse en esta ciudad, sino en Belén, Pomán
o Aimogasta, poblaciones más o menos cercanas al lugar de la obra, alegando que
Andalgalá carece de los buenos servicios gastronómicos, hoteleros, comerciales
y de salud, capaces de brindar el confort a los que estos altos técnicos están
acostumbrados a utilizar.
En realidad, no quedó bien en claro qué es lo que realmente
pretenden estas personas que aún no conocieron la exacta dimensión de esta
ciudad, muchos de los cuales, recién habrían llegado por primera vez.
Con respecto a ello, muchos especulan con que esas
apreciaciones son muy subjetivas y que, como en todas partes, en Andalgalá hay
servicios de todo tipo, buenos, regulares y malos, como en Belén y en otras
ciudades.
La especie significó para los protagonistas de la dinámica
urbana, una especie de toma de conciencia de que esos sectores comerciales y de
servicios, tienen muchas cosas por mejorar para poder competir con los mejores,
y de que esta ciudad realmente carece de conducción institucional y política
capaz de motivar para el cambio cultural que los nuevos tiempos están
exigiendo.
Los que saben echaron culpas a los intendentes que se
sucedieron durante décadas, sin olvidarse de ninguno, a la dirigencia política
que no puede brindar opciones válidas y progresistas, y a la actitud abúlica de
la población que no puede generar nada, solamente "la chiquita y personal” en
claro desmedro de los intereses comunitarios.
Como debe ser, el debate se terminó cuando se asumió que
cada cual es dueño de ir adonde le dé la
gana y se sienta más cómodo.
Lo importante es que de una buena vez, se deje de lado la
cháchara y de construya la ruta fundamental para la integración de los pueblos
porque además, es la única manera de que Andalgalá dejará de estar aislada como
actualmente lo está.