Bien peinado, el pelo recién cortado, camuflado detrás de la
puerta de un bar céntrico, Espinosa, -a quien la gente ya considera una
"vergüenza universal”- que estaba rodeado por un par de personas desconocidas,
bebió rápidamente su café, se apresuró a pagar y partió raudamente en dirección
de la casa en donde se dice, tiene "su oficina” en la cual, según se declama,
atiende a la gente y a los asuntos de Andalgalá.
En honor a la verdad, tal afirmación es falsa totalmente
porque el senador de Andalgalá, ni atiende a la gente ni mucho menos los
asuntos del departamento al que supuestamente representa, exceptuando
Aconquija, claro está.
A los pocos minutos de haberse retirado del bar, se lo vio
partir en un súper vehículo de altísima gama, con rumbo desconocido porque,
según las afirmaciones de testigos ocasionales, en la oficina no había nadie, y
naturalmente, nada por resolver.
Patético, pero real. Mucho más, saber que a él, no le
importa nada de lo que sus votantes le digan, ni cómo se lo digan.
Un verdadero anti ejemplo de civilidad.