En su mayoría,
los protagonistas fueron motociclistas que
más allá de la fatalidad, infringieron normas y conductas viales. Y lejos de
amenguarse este flagelo, en lo que va del nuevo año, ya fallecieron 5 personas
por esta causa.
Lo curioso es
que estamos en la mitad de la década declarada "Decenio de Acción para la
Seguridad Vial” por las Naciones Unidas (2011-2020). Argentina, como país
miembro del organismo internacional adhirió al compromiso de disminuir en un 50% los fallecimientos por
accidentes. Poco y nada se hizo al respecto. Y en Catamarca, mucho menos. La
Provincia está muy arriba de la media nacional al respecto.
Evidentemente,
el tema no es política de Estado y los escasos esfuerzos que se hacen este
sentido -llámese campañas de prevención, educación vial, información en las
escuelas, acciones en camineras y rutas provinciales y nacionales- están lejos
de cumplir con su cometido. Tampoco las organizaciones civiles parecen hacer
nada al respecto; y en honor a la verdad, los ciudadanos mucho
menos. Subir a una motocicleta más de dos personas, sin casco, sin las medidas
de seguridad mínimas, con niños, infringir las normas de tránsito básicas, son
claros atentados cotidianos a la vida.
Tomar
conciencia de esto es el primer paso. Es claro que hoy, más allá de acciones
esporádicas, no hay una estrategia delineada que abarque varios frentes y
aristas, que implique y comprometa a numerosos actores.
La
responsabilidad es de todos, aunque parezca una verdad de Perogrullo.
Proponerse día a día salir a la calle y cumplir con las normas de seguridad
vial, aportar el granito de arena, es la piedra basal para comenzar a atacar
este flagelo. Paralelamente, deberán venir las acciones estatales, que
implicarán esfuerzos, recursos económicos y humanos y sobre todo constancia.
Los resultados no serán inmediatos, no se verán de un día para otro, pero, sin
dudas, a mediano y a largo plazo darán sus frutos; o al menos será mejor que no
hacer nada.