Argentina sufrió un nuevo golpe. Otra
decepción. Perdió ante Chile la final de la Copa América Centenario. Cayó en el duelo por penales
luego de haber empatado 0 a 0 en los noventa minutos y en el alargue.
La final se jugó con los dientes apretados y
las pulsaciones altas. Argentina y Chile disputaron el último partido de la
Copa América Centenario en Nueva Jersey y ante miles de argentinos que viajaron
a Estados Unidos para alentar al equipo que conduce Gerardo Martino.
En un partido con gusto a revancha, la
Selección dominó el juego pero no pudo quebrar a Chile. El equipo argentino
jugó mejor el primer tiempo y marcó la diferencia ante un rival al que le costó
mucho tener la pelota y generar peligro frente al arco de Chiquito Romero.
Argentina tardó solo treinta segundos en
tomar el control de la pelota. Éver Banega sacó un remate de media distancia
que pasó al lado del palo derecho de Claudio Bravo. En poco tiempo el equipo
argentino logró acomodarse en el campo de juego y marcar el ritmo del partido.
Desde el inicio presionó la salida chilena
con constancia y buscó usar el error del rival como una herramienta para llegar
al gol. Así Gonzalo Higuaín tuvo la oportunidad más clara luego de interceptar
un pase atrás que quedó corto. El Pipita quedó mano a mano, tocó la pelota por
arriba del arquero pero Medel evitó que el balón entrara.
El partido estuvo marcado por un juego
ríspido y discusiones permanentes adentro y afuera de la cancha. Pizzi y
Martino se sacaron chispas al borde de la línea mientras que los futbolistas le
dieron vida a un juego con demasiada fricción. La temperatura empezó a subir en
el medio del encuentro y las faltas se sucedieron hasta que el árbitro Lopes
puso un límite.
Primero Marcelo Díaz dejó con diez jugadores
a Chile. Sumó dos amarillas luego de cometerle dos infracciones a Messi. Luego
llegó la expulsión de Marcos Rojo. El lateral vio la roja cuando fue con
demasiada dureza a disputar una pelota con Arturo Vidal.
En poco más de diez minutos, Argentina llegó
tres veces al arco chileno y marcó la diferencia. Un cabezazo de Otamendi que
se fue al lado del palo, un remate de Di María que pasó cerca del travesaño y
otro que quedó en las manos de Bravo, fueron los intentos más consistentes que
tuvo el equipo del Tata.
En el segundo tiempo, Argentina siguió dominando la pelota pero le costó más llegar al arco. No tuvo la precisión de los primeros minutos y la intensidad en la presión. La ausencia de Rojo obligó al equipo a pararse más atrás y a Martino a encontrar un orden táctico para no sufrir las subidas de los laterales chilenos.
A los 6′ el Tata decidió que Kranevitter
ingresara por Di María, quién había llegado al partido con lo justo luego de
recuperarse en tiempo record de un desgarro. Veinte minutos después el Kun
Agüero ocupó el lugar de Higuaín y le dio mayor movilidad al equipo en los
metros finales.
En el complemento, Argentina sintió la
presión del resultado y de la falta de títulos que lo aqueja desde hace 23
años. Chile embarró el partido con faltas simples y la Selección perdió la
claridad para triangular en suelo rival. Ni Banega ni Messi pudieron imprimir
sus estilos de juego en un duelo friccionado y un nerviosismo constante sobre
el césped.
No pudieron sacarse diferencia en los noventa
minutos y disputaron un alargue al que no le faltó emoción. En el primer tiempo
suplementario Agüero tuvo la más clara. Luego de un centro de Messi, metió
un cabezazo al ángulo que parecía ser
imposible de sacar para Bravo. Pero el arquero chileno se estiró al máximo
posible y alcanzó a desviar la pelota al córner.