Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS)- Era, sin duda, un
Perseguidor. Buscaba continuamente nuevos lenguajes y nuevas formas de
configurar el arte. En cada cuento apelaba a las armas secretas de su inventiva
para dejar al lector con la noche boca arriba, explorando en los pasajes
impensados de la realidad cotidiana. Por eso, leer sus relatos implicaba entrar
en un complejo bestiario de surrealidades. No había otro desenlace: el lector
quedaba atrapado por su magia y con la casa tomada.
¿Qué tienen los cuentos de Julio Cortázar que los hacen tan
particulares e impactantes? A 100 años del nacimiento del escritor,
Los escritores detrás del escritor
Una lectura atenta de la bibliografía de Cortázar permite
vislumbrar una enorme cantidad de autores a los que el argentino leía y
admiraba. "Hay que pensar en una enorme voracidad literaria por parte de
Cortázar”, destaca el doctor en Letras Modernas y profesor de
También el autor de la biografía Leer Cortázar, Mario
Goloboff, coincide en este análisis. "Cortázar leía de todo, durante toda su
infancia y adolescencia leyó copiosamente. Tenía lecturas muy diversas y en
distintas lenguas, como por ejemplo las novelas de aventura de Julio Verne o
Jean Cocteau y su novela Opio”, asegura el docente de
Para ambos investigadores, uno de los escritores que
ocuparían un lugar importante en los gustos del joven Cortázar sería Edgar
Allan Poe. "Al leer a este cuentista estadounidense, Cortázar se da cuenta de
la importancia de la atracción y tensión que debe generar el cuento en el
lector desde las primeras líneas hasta la última”, señala Bracamonte, quien
también se desempeña como investigador del CONICET.
Esta lectura y admiración por Poe, indica el académico
cordobés, encuentra su correlato en una frase de Cortázar en la que afirma que
"el cuento debe ganar por KO, mientras que la novela gana por puntos”. "Por eso
– continúa el Doctor en Letras Modernas- es que hay una preferencia de Cortázar
por los cuentos más cortos. Consideraba que le daba más posibilidades de que el
lector se contagie de la intensidad y la tensión que el escritor transmite en
su relato. Esto también lo aprenderá de los cuentos de Horacio Quiroga”.
Por su parte, el semiólogo Eduardo Romano aporta que si bien
es visible la gran admiración de Cortázar por Poe, del cual fue traductor de
toda su obra, "este escritor norteamericano está en la base de toda la
literatura moderna. Es un punto de partida muy importante para los cuentistas”.
Según Romano, poetas
franceses como Sthépane Mallarmé, Lautréamont y Antoine Artaud también marcaron presencia en las producciones
de Cortázar. "Hay que decir que Julio respetaba mucho a Jorge Luis Borges, a
quien admiraba por su rigurosidad para escribir cuentos. Siempre decía que
gracias a Borges, los escritores argentinos debían escribir con más rigor y con
la menor cantidad posible de palabras”, detalla el director de
Otro de los autores argentinos a los que el literato
elogiaría sería a Leopoldo Marechal y su Adán Buenosayres. "Según Cortázar, hay
un antes y un después de esa novela, porque a partir de allí se empezará a
escribir en argentino, cosa que nunca se había hecho. Es decir, escribir como
hablamos”, explica Romano.
Julio, el surrealista
Para Bracamonte, la producción cuentística de Cortázar puede
dividirse en varias etapas, donde la primera, con títulos como Bestiario (1951)
o Final de Juego (1956), se caracteriza por una fuerte presencia de lo
fantástico y las exploraciones en lo surreal.
Al respecto, Goloboff afirma que tal vez el rasgo distintivo
de Cortázar en relación al cuento fantástico es "estirar los límites de lo
real. Lo insólito, lo inesperado, lo excepcional, lo extraordinario surge de la
realidad cotidiana, y así el relato se transforma imperceptiblemente en un
cuento fantástico”. Este aspecto, para el docente de
Por su parte, Bracamonte coincide al señalar que "para
Cortázar, lo fantástico está dentro de la realidad misma, y por eso trabaja la
idea de lo surreal como la realidad que no vemos”. Asimismo, apunta que en esta
primera etapa de los cuentos cortazarianos, lo fantástico va de la mano con una
exploración de las otredades, "ya sea el otro social, el otro cultural o
incluso las otredades que el sujeto tiene en sí mismo”.
Así, según el académico de
Con respecto a estos cuentos, Romano explica que la
aparición de Bestiario fue una ruptura muy fuerte en relación a este género, "y
por eso pasó desapercibido porque en el 51 no lo leyó nadie, recién se empezó a
vender cuando salió Rayuela, en
Según el semiólogo, ya desde el título "se puede ver una
polisemia y diversidad de significados muy grande: bestiario era el nombre de
los que peleaban en la arena romana con los animales y era el nombre de las
colecciones de cuentos sobre animales fantásticos medievales”.
A esto, alerta el académico, se le debe agregar lo bestiario
"como el aspecto irracional, instintivo, oculto y siniestro” que plasma
Cortázar en los cuentos. "Todos los relatos de este libro tienen diferentes
estratos o niveles de significación que, en definitiva, hace que sean cuentos
muy valiosos”.
En Final de juego, expone Bracamonte, se puede apreciar, ya
desde el título, la cuestión lúdica en los textos de Cortázar, que luego
retomará más profundamente con Rayuela. "Él quería reflejar lo lúdico de la realidad, un juego donde uno puede
ganar o perder y donde hay riesgo, peligro, emoción o humor. Todo esto está muy
condensado en el cuento "Final de Juego”, pero se ve en todos los relatos”,
analiza.
En los otros cuentos de Final de juego, explica el
académico, es donde también se podrá
apreciar la cuestión de los pasajes internos de la realidad, temática muy
explorada por Cortázar.
"En ‘Axolotl’, por ejemplo, se analiza la complejidad
psicológica que puede ser humana o también animal. Hay una búsqueda en diálogo
con problemas psicológicos. En cambio, en "La noche boca arriba”, si bien se
puede analizar desde el mismo enfoque, se retoma principalmente la otredad de
la cultura pre hispánica y la cuestión latinoamericana”, ejemplifica.
El factor psicológico es, a su vez, un enfoque que Goloboff
utilizó para analizar otra veta del Cortázar cuentista, como el aspecto
autobiográfico –presente en el caso de "Los venenos”, donde el escritor toma
elementos de su infancia en Banfield- y en muchas ocasiones catártico de sus
cuentos. "A través de sus cuentos pude observar varias obsesiones que lo
perseguían”, narra el docente de
"Alguien de su entorno-continúa el académico- me confirmó
que Julio tuvo una época en la que tenía constantemente una sensación de pelos
en la garganta. Así habría nacido ‘Carta a una señorita en París’. Noto también
que está muy presente el tema de lo bucal, como en este último cuento, ‘La noche boca arriba’, ‘Circe’, u otros”.
Del jazz y la filosofía existencialista al compromiso social
La siguiente etapa en la cuentística de Cortázar se verá
marcada por uno de los relatos más clásicos del escritor argentino, "El
Perseguidor”, incluido en el libro de cuentos Las armas secretas (1959). Allí
se narra la vida del jazzista Johnny Carter, personaje basado en la vida del
músico Charlie Parker. Este período, además, coincide con el proceso de
escritura de Rayuela, que se publicaría cuatro años después. ¿Casualidad?
"En ‘El Perseguidor’ –explica Romano- se empieza a ver
vertientes de Cortázar que ya no son estrictamente literarias sino más bien
filosóficas. Es un período en el cual el escritor lee filósofos
existencialistas, y ese no es un dato menor”.
Para el semiólogo, "un personaje como Horacio Oliveira, de
Rayuela, tiene sus raíces, su punto de partida, en esa versión de Charly Parker.
Pero además es interesante que en esa reconstrucción de la vida de un artista,
Cortázar no elija a un pintor, a un escultor o a otro escritor, sino a un
saxofonista. Es la valoración del jazz como música popular”.
Bracamonte, por su parte, agrega que en esta etapa "empieza
a hacer mucho más fluida la manera de construir sus cuentos. Con "El
Perseguidor”, Cortázar se da cuenta que le interesaba más explorar al otro pero
de forma más concreta. Si bien Charly Parker era un personaje conocido, la perspectiva
que Julio le da a la narración hace que ese personaje aparezca en toda su
complejidad”.
Según el doctor en Letras, esta etapa y la siguiente serán
también integradas por las cuestiones de la complejidad de las relaciones
afectivas, incluyendo las amatorias o las de amistad. "Este aspecto ya
estaba en los anteriores cuentos pero aparece aquí de forma más matizada.
Aparece mucho más la complejidad de los afectos y sentimientos y la ambigüedad
de los mismos”, señala.
Los siguientes años, ya en el último período, verán
desarrollarse a un Cortázar que parece tomar un mayor compromiso social. "Hay que aclarar que Cortázar siempre
pensó que el escritor tenía que estar comprometido socialmente, no
políticamente. Él tenía un compromiso como escritor con la sociedad”, advierte
Romano.
Bracamonte coincide en que el literato argentino siempre se
resistió a la idea de que el escritor estuviera supeditado a un programa
político, y aduce que aún así en los relatos del último período se ve reflejada
dicha temática.
"Hay cuentos como ‘Reunión’, de Todos los fuegos el fuego
(1966), donde el que narra supuestamente es el Che Guevara. Y allí lo central
no es que se quiera hablar de
Otros ejemplos de este aspecto, explica, serán "Graffiti” o
"Recortes de prensa”, ambos incluidos en Queremos tanto a Glenda (1980); o
"Satarsa”, relato que integra Deshoras (1982) donde la historia transcurre en
Argentina y "alude, supuestamente, a la
época de la dictadura”, expresa el académico.
Un cuentista de primer nivel
Para los investigadores consultados, la narrativa de
Cortázar le hace ganar un lugar entre los mejores del género del cuento.
"Cuando hablamos de cuentistas universales, hay pocos de los que se podría
hacerse una lista de veinte cuentos que pueden estar en cualquier antología”,
señala Goloboff.
Romano, por su parte, asegura que Cortázar "está entre los
mejores escritores de Argentina y del mundo. Sus textos dan para lectura, la
relectura y para una interminable discusión. Su gran acierto, tanto en los
cuentos como en sus novelas, fue incluir a la poesía y la metáfora dentro de la
narrativa”.
Bracamonte, asimismo, señala que "sorprende el nivel que
tienen todos sus libros de cuentos”. "En los mismos- concluye- logró explorar
la realidad en la mayor complejidad de sus aspectos, y al hacerlo logró nuevas
concepciones del lenguaje”.
La muerte encontró a Cortázar en una Lejana París el 12 de
febrero de 1984, cuando en su país se aprendía a vivir con una naciente
democracia. Aún hoy, alguien que ande por ahí, leyendo y releyendo sus
historias, no podrá evitar suspirar, con nostalgia "Queremos tanto a Julio”…
Fuente: Agencia de Noticias CTyS