Los investigadores que registraron su departamento de Düsseldorf durante cuatro horas encontraron el formulario completo y firmado de baja médica, roto en varios pedazos. Según el diario‘Süddeutsche Zeitung’, el certificado lo emitió un psiquiatra, lo que indicaría que Lubitz no podía volar por razones psicológicas.
Aunque no dieron detalles sobre el contenido de la computadora, la caja de cartón y las dos bolsas plásticas repletas de papeles que requisaron, voceros de la policía aseguraron que no se encontró una carta de despedida.
A causa de su inestabilidad emocional y el consecuente fracaso en su preparación como piloto, Lubitz trabajó primero como auxiliar de abordo. Según Bild, por servir jugos de tomate, algunos colegas pilotos le habrían puesto el apodo burlón de "Andy tomate”. Logró su objetivo en 2013 y era piloto desde septiembre de ese año, teniendo acumulados unas 630 horas de vuelo.
Entretanto, cada vez más líneas aéreas en Europa anuncian que impondrán la presencia de un mínimo de dos personas en la cabina de mandos de los aviones. Carsten Spohr, presidente de Lufthansa, declaró en cambio que hay que analizar las medidas a tomar antes de actuar.
Según se difundió en medios alemanes, los pilotos de la compañía aérea son sometidos regularmente a controles médicos, pero una vez que obtienen su licencia se terminarían los exámenes psicológicos. Sí existe un seguimiento de la conducta general de los pilotos y una recomendación a los colegas a reportar cualquier situación extraña.
Mientras en la prensa se van conociendo cada vez más detalles sobre los antecedentes de Lubitz, el sindicato de pilotos Cockpit (que antes del accidente estaba en conflicto laboral con Lufthansa y Germanwings) llamó a no llegar a conclusiones apresuradas sobre los motivos del accidente.