Para demostrar que no se queda únicamente en la crítica, Brizuela organizó una cumbre de veterinarios, psiquiatras y psicólogos, entre otros profesionales, a cuyo término surgió esta brillante iniciativa de proponer la atención de los braford llegados a Catamarca con terapias de la mente, y así evitar en algunos casos el estrés homofóbico y en otros la tristeza bovina que estos distinguidos toros "padecen” al encontrarse con las flacas y desalineadas vaquitas criollas de nuestra provincia.
Es que como le contó Brizuela del Moral a Lanata, "los toros se morían apenas veían una vaca”, ya que "habían sido criados a pesebre” y solo eran utilizados para la extracción de semen. "Se morían de ataque al corazón”, remarcó el ex mandatario justificando el desinterés y hasta desprecio de los elegantes reproductores por nuestras sencillas hembras vacunas.
Al advertirle que, pese a la "mortandad”, habían nacido 4.000 terneros, y que todos los psicólogos y psiquiatras de Catamarca sería insuficientes para atender semejante demanda, para impedir que las crías corran la misma suerte de sus progenitores al tomar noticia de las madres que los habían parido y sobre todo, profundizando la idea del lúcido legislador de que "nunca vieron una vaca” (claro si recién nacieron), Brizuela recogió el guante, anunciando que "eso será motivo de otro proyecto creando la carrera de psicólogos y psiquiatras bovinos” en la UNCa., donde "ya hay varios…, que dejé desde mi paso por esa casa de altos estudios”.