Cientos de fanáticos ya están instalados a la espera del encuentro ante el Flamengo, pero la mayoría aún no consiguió su entrada para ingresar al Maracaná.
Un extraño carnaval que no es carioca se desata en la praia de Copacabana y sorprende a los locales, que sacan fotos y filman con sus celulares a esos visitantes que parecen extraterrestres. Gritan consignas incomprensibles para ellos y de pronto exhalan un shhh... ("un minuto de silencio para Racing que está...") para luego volver a saltar como enloquecidos. Se divierten todos: los exaltados y los observadores.
Los invasores son todos hinchas de Independiente que no se conocían antes pero que comparten locura e incertidumbre con 28 grados y un sol piadoso. Que llegaron desde Avellaneda, pero también de Almagro, Berisso, La Plata, Guernica, del barrio El Brillante, de Entre Ríos, y hasta de Comodoro Rivadavia. Cantan "Vamos a dar la vuelta, la vamo a dedicar...", pero tanta euforia se mezcla con un trago de angustia. La mayoría de ellos no tiene entradas para ver la final de mañana entre Flamengo e Independiente. Pero se subieron igual al avión.
"Y los que tenemos las guardamos en el hotel bajo cuatro llaves", confiesa un testigo protegido que por supuesto no ofrece datos personales más allá de su camiseta con la 16 de Fabricio Bustos.
Ya lo había contado Hernán un rato antes en la puerta del hotel Hilton, donde desde este mediodía concentrará el equipo de Ariel Holan y donde los ansiosos hinchas esperan la presencia de algún dirigente salvador: "Yo vine ayer en avión y de los que viajamos casi ninguno tenía ticket. Saqué el pasaje antes que Independiente le ganara a Libertad y fui a todos los partidos de la Copa. No es justo que me pierda la final. Espero que Flamengo suelte esas dos mil entradas".
Lo confirman, también al borde de un ataque de nervios, Sebastián y Jonathan, de la peña Kun Agüero de Pilar: "Llegamos ayer a la noche y en Copacabana éramos como setenta y ninguno tenía entradas. Viene mucha gente en esta situación, calculamos que vendrán diez mil hinchas..." Si es así, serán muchos los que se quedarán afuera de la gran final.
El equipo brasileño comprometió cuatro mil localidades a 900 pesos para los visitantes, que se deberían haber vendido en Argentina. Otras dos mil que esperaban negociar los dirigentes del Rojo están complicadas porque Flamengo se fue de Avellaneda enojado por un supuesto maltrato recibido por jugadores e hinchas en el Libertadores de América el miércoles pasado.
Ahora los diabólicos hinchas saltan y gritan, toman sol en la mágica Copacabana y se besan con novias y esposas porque, convengamos, una escapada a Río de Janeiro en diciembre no es un mal programa para parejas. Ellas también se muestran preocupadas y cantan a la par, casi enloquecidas, se equivocan los prejuiciosos que piensan que sólo vinieron de shopping.
Todos quieren ver al Rojo en el Maracaná, algo que según parece será un premio para pocos. Si querés, echale la culpa a Río...
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