Maradona: la otra lección de los All Blacks a Los Pumas

Diego Maradona se desvivía por los seleccionados argentinos. Por todo aquel que llevara la camiseta celeste y blanca. Y por los Pumas, por supuesto. Los acompañó en Mundiales, les dio charlas emocionantes y movilizadoras.
lunes, 30 de noviembre de 2020 09:38
lunes, 30 de noviembre de 2020 09:38

Durante su estadía en Dubai, visitó a los jugadores de seven en cada etapa del circuito mundial.

Ese afecto genuino que sabía transmitir para con sus compatriotas fue siempre un mensaje inspirador. Por eso extraña más todavía ese homenaje frío. Esas cintas negras casi imperceptibles y que a muchos de los jugadores se les despegaron en pocos minutos. Algunos las perdieron.

La camiseta negra con el número 10 y el apellido Maradona que Sam Cane, el capitán de los All Blacks, depositó frente a los jugadores argentinos antes de realizar el tradicional haka, fue una ofrenda de respeto conmovedora en Newcastle. La imagen quedará guardada para la eternidad.

Aunque algunos, desde una mirada distante lo pueden considerar marketing, o un acto hipócrita. No lo fue. Se trató de una caricia a un país dolorido por la pérdida de un ídolo. Una demostración que dejó aún más expuestos a los jugadores argentinos. Fue la otra lección, además del 38-0 deportivo.

Dicen que a los jugadores se les ofreció una serie de variantes para homenajear a Maradona. Que fueron ellos los que decidieron que sólo llevarían el improvisado brazalete.

Un Mundial inolvidable

El 4 de octubre de 2015, en el palco del King Power Stadium, de Leicester, Maradona vio el partido de los Pumas con Tonga junto a Agustín Pichot. Festejó como loco cada try. Especialmente los de Imhoff y Cordero. Se sacó la camiseta y comenzó a revolearla como en una cancha de fútbol.

Luego fue al vestuario. Allí alguien puso en un equipo de música la canción de Rodrigo, La Mano de Dios. En un video que se viralizó más tarde se lo ve a Juan Fernández Lobbe cantando a los gritos, bailando, igual que Maradona. Aún hoy emociona ese instante. Un momento feliz. Perfecto. Y en un Mundial en el que los Pumas tuvieron una actuación sobresaliente y llegaron hasta las semifinales.

¿Creés que Maradona va a estar presente de alguna forma en Newcastle el sábado?, le preguntaron al coach argentino Mario Ledesma el jueves pasado, en la atención a la prensa previa al segundo partido con Nueva Zelanda por el Tri Nations. "Espero que sí, ¿por qué no? Amaba a los Pumas, así que va a estar mirando".

Por supuesto que ningún tercero podrá atribuirse jamás el sentimiento de un equipo. Seguramente cada uno de los jugadores argentinos habrá hecho el duelo del modo que crea conveniente. Y son dueños de expresarlos a su manera. ¿Le correspondía a los dirigentes hacer algo, más allá de la determinación de los rugbiers? Son preguntas que quedarán. Ni siquiera un reproche. Apenas un reflejo de extrañeza por lo que no ocurrió.

Los Pumas nos conmueven cada vez que salen a la cancha. Orgullo en la victoria y en la derrota. Y son sus valores los que se elogian. Siempre. Y así seguirá siendo. Por eso no se entiende lo que pasó. A muchos les queda una sensación amarga. Se esperaba un gesto. Pero sólo lo tuvieron los All Blacks.

Cuando uno se acerca al velatorio de una persona querida, puede extender una mano y dar el pésame a los familiares. Para algunos resultará suficiente. También puede quedarse en silencio, pero darle un fuerte abrazo. A los Pumas les faltó el abrazo.

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