La de Curazao es una selección completamente desconocida para el futbolero promedio argentino, como muchas que juegan en la Concacaf. Por eso no todos saben que, siendo una isla con la misma población que Tandil (cerca de 150 mil habitantes) y el doble de superficie que la Capital Federal, estuvo cerca del Mundial de Qatar 2022 y sueña con ser parte en 2026. Para ello lleva adelante un plan a la inversa de lo que hizo Países Bajos, su antiguo colonizador y del que sigue dependiendo, pero como territorio “autónomo”.
Para explicar esta historia del rival de la Selección Argentina para la fiesta de este martes en Santiago del Estero, el punto de partida es Patrick Kluivert, el goleador implacable que supieron disfrutar Ajax, Milan y Barcelona. Por el origen de su madre, podría haber vestido la camiseta del equipo que hoy ocupa el 86° lugar del ránking, por entonces parte de las Antillas Holandesas para una FIFA que ahora lo reconoce como “independiente”. No así la ONU.
Kluivert se puso la camiseta de Holanda (40 goles en 79 PJ), pero convertido en DT cambió la historia de Curazao. Dio los primeros pasos en la captación de futbolistas que jugaban en el exterior y, sin lugar en selecciones más importantes, podían representar al país por sus orígenes. Por eso es que los 23 citados para el viaje a la Argentina juegan en clubes de Europa, Estados Unidos o Asia, todos con doble nacionalidad.
De esa misma manera, Holanda se nutrió de grandes figuras a lo largo del tiempo: Edgar Davids y Clarence Seedorf son nacidos en Surinam, también parte de las antiguas Indias Occidentales Neerlandesas hasta la independencia de 1975, como así también los padres de Ruud Gullit, Frank Rijkaard y Virgil van Dijk, entre otros.
Así fue como Cuco Martina -capitán y jugador con más presencias-, Leandro Bacuna -máximo goleador histórico- y Vurnon Anita, tres nacidos en Países Bajos con pasado o presente en el fútbol inglés, se calzaron la camiseta azul de Curazao. Esta base, ya dirigida por Remko Bicentini -el actual DT- tras la partida de Kluivert a trabajar en las inferiores del Barcelona, le ganó la Copa del Caribe 2017 a Jamaica.
Ese resultado envalentonó a Curazao y lo ilusionó con estar en Qatar 2022. Así fue como el neerlandés Guus Hiddink, tras ser campeón del mundo con Real Madrid (1998) y transformarse en un especialista en conducir combinados nacionales (alcanzó las semis de Francia '98 con Holanda, tras eliminar a Argentina, y en 2002 al mando del local Corea) eligió la isla paradisíaca como último desafío en el ocaso de su carrera, a los 74 años y en plena pandemia de Covid-19.
En un grupo lleno de goleadas, Curazao le hizo cinco a San Vicente y las Granadinas y ocho a Islas Vírgenes Británicas, derrotó a Cuba por 2-1 y sacó un empate 0-0 invaluable contra Guatemala que le dio el pase a la segunda ronda por apenas un tanto a favor. Allí, quedó a un paso de alcanzar el octogonal final que otorgaba tres plazas directas y una al repechaje mundialista, porque perdió 2-1 contra Panamá de visitante y no pudo revertirlo en Willemstad. Igual, fue una fiesta: la clasificación jamás había estado tan cerca y por eso se animan a ilusionarse con el 2026.
Hiddink se retiró y Bicentini volvió al mando. “La Copa del Mundo que viene es nuestra misión, haremos todo lo posible para lograr ir”, aseguró. Claro, será en Estados Unidos, Canadá y México, y al ampliarse el número de participantes a 48 la Concacaf tendrá tres lugares extra además de los anfitriones. El camino es largo y nunca un país tan chico lo logró (Islandia, rival de la Argentina en Rusia 2018, tiene el récord con 331.000 habitantes). Pero, por más que viene de perder 2-0 con Canadá y descender en la Nations League, ¿quién le quita la ilusión a La Familia Azul?
Galería de fotos
