Se trata del Pbro. Martín Melo, un jóven sacerdote de tan
solo 36 años, quien, en su primera homilía, comentó a los presentes que tiene
esa edad y que además de sacerdote es médico, lo que dejó sorprendidos a todos
los que no alcanzan a comprender el modo en que se pueden compatibilizar dos
profesiones tan dispares, aparentemente.
El vicario comentó además que le gusta el deporte y desde
ya, está pensando en articular acciones entre los clubes y la Iglesia, aunque
nada dijo del modo en que aplicará sus conocimientos médicos.
En realidad, la feligresía andalgalense recibió con muchas
expectativas a este curita sencillo y bueno, lo que se hace mayúsculo luego de
las nefastas experiencias por las que ha tenido que transitar esta abandonada
parroquia, cuya heterogénea comunidad se encuentra atomizada y enfrentada por
diversas cuestiones, sobre todo, por la falta de conducción institucional que
no permite la aparición de modelos.
Muchas expectativas con Martín Melo, pero más que ello,
muchas esperanzas de que los andalgalenses encuentren algunos puntos de
coincidencia para reconstruir el tejido social destruido por la avaricia, la
mezquindad y la egolatría de sus funcionarios.