En 2022, los astrónomos detectaron una poderosa ráfaga de radio proveniente de una estrella de neutrones ultradensa, ubicada a 200 millones de años luz de distancia. Este fenómeno, conocido como ráfagas rápidas de radio (FRB, por sus siglas en inglés), emite señales con una energía tan intensa que son capaces de eclipsar galaxias enteras, a pesar de que duran solo milésimas de segundo.
Desde el descubrimiento de la primera FRB en 2007, los científicos han estado tratando de descifrar qué las causa. Ahora, un reciente estudio publicado en la revista Nature ofrece la primera evidencia concreta sobre el origen de estas ráfagas, y los resultados son sorprendentes. La FRB 20221022A, detectada en 2022, parece tener su origen en una estrella de neutrones, un cuerpo celeste tan compacto y masivo que su campo magnético puede alcanzar límites extremos.
La autora principal del estudio, Kenzie Nimmo, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), explicó que la intensa energía de estas estrellas se reorganiza de una manera peculiar en su magnetosfera, liberando ondas de radio. “Es fascinante pensar que estas señales viajan a través del universo para llegar hasta nosotros”, comentó con entusiasmo Nimmo, quien también destacó la importancia de estos hallazgos para entender mejor la física detrás de las FRB.
A pesar de las teorías previas sobre la posibilidad de que estas ráfagas se originaran en los ambientes magnéticos de los objetos ultracompactos del espacio, el nuevo estudio ha confirmado que las estrellas de neutrones altamente magnetizadas y en rotación son la fuente más probable. Este descubrimiento también ha dado pistas sobre el tamaño de las regiones de emisión de estas señales: tan pequeñas que pueden ser medidas a una escala casi inimaginable.
La investigación también reveló detalles fascinantes sobre la señal detectada, como su alta polarización y el peculiar patrón en su ángulo de polarización, que indicaron que la región de emisión giraba, como es típico en las estrellas de neutrones. Esta evidencia apunta a que las FRB no solo son una característica más de los misteriosos y complejos cuerpos estelares, sino que provienen de un espacio increíblemente cercano a su superficie: ¡a tan solo 10.000 kilómetros!
Este hallazgo es un paso más hacia la comprensión de los fenómenos cósmicos extremos y abre nuevas puertas para el estudio de las estrellas de neutrones y su influencia en el universo. Como comentaron los científicos, lograr medir el tamaño de la región emisora de una FRB es tan complicado como medir el ancho de una hélice de ADN en la superficie de la Luna. Sin duda, este descubrimiento marca un hito en la astronomía moderna y en nuestra comprensión del vasto universo que nos rodea.