El adiós a Saravia, con el recuerdo de Atahualpa

Al reflejar la noticia de la muerte de Juan Carlos Saravia, un ícono del folclore argentino, el diario El Tribuno de Salta, citó la opinión de Atahualpa Yupanqui sobre el modismo “chalchalero” de no terminar las estrofas de sus interpretaciones.
sábado, 18 de enero de 2020 08:07
sábado, 18 de enero de 2020 08:07

El grupo de Los Chalchaleros no forjó su éxito sin grandes tristezas que tocaron de lleno la vida del máximo referente chalchalero. Durante los años sesenta el grupo tuvo un grave accidente automovilístico cuando regresaba de una de sus innumerables giras por el país, y allí falleció la esposa de Juan Carlos Saravia, madre de sus primeros cinco hijos. Varios años después contrajo matrimonio con Margarita, con quien tuvo un sexto hijo. Juan Carlos Saravia tenía once nietos.

Su hijo Facundo Saravia también se integró al conjunto Los Chalchaleros en el año 1983, hasta que finalizaron sus actuaciones en 2003, y luego siguió años como solista.

Hasta su muerte fue protesorero de la comisión directiva de Sadaic (Sociedad Argentina de Autores y Compositores).

Saravia era un hombre de grandes valores morales, como también de una ineludible simpatía, agradable discurso y sencillez. Si bien su vida como cantor concluye a la par de la despedida de los escenarios del conjunto Los Chalchaleros, no por ello dejaron de ser figuras públicas, y Saravia un notable de nuestra música.

Con la simpleza que lo caracterizaba, Saravia contó en una entrevista que le hicieron en julio del año pasado: “Nosotros no sabíamos cantar. No podíamos terminar las sílabas porque nos faltaba el aire”. Sorprendido, el periodista le dijo si ellos no desvanecían las estrofas de forma intencional: “¡No, para nada! Cantábamos así porque no nos salía pronunciar las palabras enteras. Hasta que un día descubrí que era como algunas maestras, que tienen que hablar toda la semana y el viernes terminan sin voz. Por eso decidimos estudiar vocalización”.

“Un día Atahualpa Yupanqui me dijo: ‘Paisano, ustedes han descubierto la manera más perfecta de afinar, porque dejan que el que está escuchando termine la sílaba con su propia afinación; porque lo que Uds. cantan pertenece al pueblo”, prefería recordar Saravia.