Sin techo, no hay cuarentena

Una de las poblaciones más vulnerables ante el Coronavirus está compuesta por quienes duermen en los paradores del Gobierno de la Ciudad. No tienen donde aislarse y muchos sufren enfermedades crónicas y afecciones pulmonares. Por Cosecha Roja.
domingo, 22 de marzo de 2020 17:19
domingo, 22 de marzo de 2020 17:19

En Buenos Aires, 7251 personas viven en situaciòn de calle: 871 son niños y niñas. Alrededor de dos mil duermen cada noche en paradores del Gobierno de la Ciudad, parroquias y albergues comunitarios. Muchos sufren enfermedades crónicas, afecciones pulmonares, diabetes, hipertensión o problemas de nutrición. Son una de las poblaciones más vulnerables ante el coronavirus. “Las medidas de aislamiento social no funcionan con las personas en situación de calle porque no tienen dónde aislarse -explica Horacio Ávila, integrante de la organización Proyecto 7- Si una sola persona se enferma el contagio es imparable”.

Hasta ahora, no se pusieron en marcha planes ni protocolos para la atención de la gente sin techo. “Muchos comedores y grupos solidarios van a dejar de prestar ayuda, lo cual agravaría bastante la situación”, dice Ávila.

 

El cierre de ollas populares, comedores o albergues provocaría el efecto contrario: aumentaría la demanda en los que siguen abiertos y la posibilidades de contagio.

 

Proyecto 7 coordina tres centros de integración en Barracas y Parque Patricios: en el Monteagudo conviven 12 varones adultos; en el Frida, 60 mujeres cis y trans. Ahí comen, duermen, se bañan y tienen a disposición una enfermería. El Centro Comunitario Che Guevara es “un espacio de día para trabajar consumos problemáticos y para fomentar la productividad y creatividad”: tiene un bachillerato popular, escuela de psicología social, talleres de alfabetización digital y serigrafía, una panadería que vende a los vecinos y bares del barrio.

Si bien mantienen una población estable son espacios abiertos al que otras personas se acercan a buscar comida, medicamentos o a cortarse el pelo. El desafío es pensar estrategias de aislamiento sin expulsar a quienes necesitan ayuda.

Hasta ahora, no hubo respuestas estatales. Y varios grupos de ayuda anticiparon que van a reducir la atención. Ávila propone avanzar en la dirección contraria. En vez de suspender los talleres en los centros comunitarios o cerrar comedores dice que es necesario mantener las actividades y “reforzar las precauciones”. Cerrar estos espacios haría que las personas transiten diferentes espacios y aumente el riesgo de contagio. “Hay que hacer un mayor esfuerzo para no dejar sin contención ni a los que están adentro ni a los de afuera”, dice.

Proyecto 7 y otras organizaciones piden que se adelante el Operativo Frío que despliega cada invierno el Gobierno de la Ciudad. “La solución más viable es separar a los grupos de riesgo en lugares específicos y abrir nuevos dispositivos para atender a más personas”, dice Ávila. “Si hay un foco de contagio no lo paramos más. Ya nos pasó con la gripe A”, dice.

La falta de controles médicos agrava la situación de las personas en situación de calle. “En esa situación es muy difícil ir a un hospital. Solo lo hacés cuando estás en las últimas”, explica Ávila. Por eso, temen, es posible que los contagios se detecten tarde o ni siquiera se detecten.

Fuente: Cosecha Roja

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