La reciente ampliación de la planta de Piquete Cabado en Salta, operada por la gigante agroindustrial Bunge, destaca como uno de los ejemplos más representativos de esta tendencia, y permite prever un futuro de mayor competitividad para la Argentina en el mercado global de granos.
En octubre pasado, Bunge logró despachar más de 52.000 toneladas de maíz hacia los puertos del Gran Rosario, un volumen que no alcanzaba desde 2018. Este logro se debe a la construcción de tres nuevas vías en su planta de Salta, lo que duplicó la capacidad de carga, permitiendo que el depósito aumentara su capacidad de 45 a 75 vagones. Un salto que no solo mejoró la agilidad en el movimiento de trenes, sino que también aumentó la eficiencia operativa, reduciendo los tiempos de carga y descarga.
El sector ferroviario argentino está siendo testigo de una modernización clave, impulsada por las propias empresas cerealeras, que con estas inversiones, no solo apuntan a mejorar su competitividad, sino a fortalecer un sistema logístico estratégico que reduce los costos de transporte. A mitad de año, Trenes Argentinos Cargas celebró una obra similar en Río Primero, Córdoba, realizada por Cargill, lo que refleja una tendencia creciente que se consolida a lo largo del país.
El mes de octubre también fue notable para las finanzas del sector agrícola, que alcanzó ingresos por 2.553 millones de dólares, un aumento impresionante del 243% en comparación con el mismo mes del año anterior. Este récord histórico refleja la relevancia del campo argentino en el mercado internacional y subraya la importancia de una infraestructura moderna y eficiente, como la del ferrocarril, para sostener este crecimiento. Con estos resultados, las expectativas para los próximos meses son más que optimistas, tanto para las empresas involucradas como para la economía nacional.
A medida que las inversiones continúan y el sector agroindustrial se fortalece, Argentina se posiciona como un jugador clave en la exportación de granos, aprovechando la sinergia entre la tecnología ferroviaria y la producción cerealera. Sin duda, el futuro parece promisorio para el tren, el maíz y la economía argentina.