Según dicen, Mauricio Macri repite cada tanto que la política siempre premia a los que complican las cosas en vez de premiar a los que las facilitan. Así, parece, hay que mirar la nominación de Natalia Herrera en lugar de Verónica Rodríguez Calascibetta.
Como cada cierre de listas, el que acaba de culminar dejó varios heridos en todos los sectores políticos, aunque con la novedad de que el papelón posterior lo protagonizaron la gente políticamente correcta del Ex FCS, ahora Juntos (¿?) para el Cambio.
Lo primero que hay que decir es que como muchos sospechaban, el castillismo primó sobre todos los otros sectores en las listas de candidatos. No solo hizo uso, sino que abuso como en el caso del lugar número seis de la lista de diputados provinciales.
Considérese que el Movimiento Renovador de Eduardo Brizuela del Moral pidió formalmente por la siempre denunciante Verónica Rodríguez Calascibetta, quien después de las 00 del domingo pasado no apareció ni entre los suplentes.
Lo curioso del caso es que apareció otra dirigente también brizuelista, pariente extrañamente de Brizuela del Moral, que nadie la propuso con la formalidad del caso.
En general fue brutal manoseo que sufrieron todos los espacios opositores que aspiraban a una candidatura para uno de los suyos, pero en el caso de Verónica Rodríguez fue alevoso.
Para mantener su coherencia, sería aconsejable que Rodríguez Calascibetta denuncie semejante atropello, pero parece que no tiene muy en claro de quien es el dedo que la hizo sufrir y, por lo tanto, no denuncia nada.
