Durante la segunda mitad de junio, el avión Skyvan PA-51, desde el cual fueron arrojadas vivas al mar las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Careaga y María Bianco durante la última dictadura militar, regresará a Argentina. Cecilia De Vincenti, hija de Azucena Villaflor y una de las principales impulsoras de esta repatriación, destaca el valor simbólico de convertir una aeronave utilizada en los "vuelos de la muerte" en un antídoto contra el negacionismo histórico.
La gestión para traer de vuelta el avión inició durante el fin de la pandemia, cuando Mabel Careaga, hija de otra Madre desaparecida, Esther Ballestrino de Careaga, propuso a Cecilia De Vincenti la idea de repatriarlo. Juntas, junto a Taty Almeida, de la Línea Fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, y Héctor Francisetti, esposo de Mabel, recorrieron despachos oficiales e incluso se reunieron con el presidente Alberto Fernández para solicitar la repatriación. Tras un arduo proceso, el Estado argentino compró el Skyvan PA-51.
El avión, que actualmente se utiliza en los Estados Unidos para realizar vuelos de paracaidismo, estará en Argentina en la segunda quincena de junio, una vez que sus últimos dueños hayan terminado de acondicionarlo. La aeronave fue adaptada para diversas funciones después de ser vendida a una empresa estadounidense en los años 90, como correo interno, tareas de riego, fumigación y paracaidismo.
Más allá de su aspecto físico, recuperar este avión posee un fuerte valor simbólico. Cecilia De Vincenti enfatiza la importancia de mostrar la historia y desafiar a aquellos que niegan los hechos ocurridos durante la dictadura. El secuestro y posterior arrojo al mar de las Madres de Plaza de Mayo evidencia el plan sistemático de represión y la lucha incansable de estas mujeres por la verdad y la justicia. Tener el avión en territorio argentino permitirá exhibir de manera contundente la crueldad de los "vuelos de la muerte".
Las Madres de Plaza de Mayo fueron secuestradas casi en simultáneo y arrojadas vivas al mar desde esta aeronave. Su lucha comenzó en la década de 1970, cuando se reunieron por primera vez en la Plaza de Mayo para exigir información sobre sus hijos desaparecidos. A partir de ese momento, las Madres se encontraron todos los jueves en la Pirámide de Mayo para mantener viva la memoria y reclamar justicia.
Cecilia De Vincenti encontró el cuerpo de su madre en 2003, enterrado junto a otros desaparecidos en el cementerio de General Lavalle. La identificación se llevó a cabo dos años más tarde por el Equipo Argentino de Antropología Forense. En honor a su madre y a todos los desaparecidos, Cecilia colocó las cenizas de Azucena Villaflor en la Plaza de Mayo, mirando hacia la Casa de Gobierno, como un recordatorio constante para los políticos, el poder económico y religioso de que los desaparecidos existieron y que las Madres lucharon pacíficamente y de manera ejemplar.
El regreso del avión utilizado en los "vuelos de la muerte" representa una experiencia emocionalmente desafiante para Cecilia y las demás hijas de las Madres desaparecidas. Sin embargo, también se sienten orgullosas de seguir investigando y compartiendo la verdad de lo sucedido para que el mundo lo conozca. Cecilia cree que su madre estaría orgullosa de este esfuerzo por mantener viva la memoria y honrar la lucha de las Madres de Plaza de Mayo.